Hasta que el senador norteamericano no fuera sorprendido «in fraganti» en el toilette de un aeropuerto, muy pocos habían oído hablar de «cruising«. Esta práctica sexual, tan ancestral como el hombre, consiste en mantener relaciones sexuales en lugares públicos con compañeros casuales y desconocidos. Pero eso no es todo…
Es importante aclarar que «cruising» es sexo en lugares públicos, pero oculto a la vista de eventuales transeúntes. Nació como una opción (tal vez la única) para homo o bisexuales que deseaban practicar su sexualidad en tiempos de oscurantismo, prohibición y pecado.
Los lugares más concurridos por quienes practican «cruising» son los baños de shopping-malls, estaciones de autobús o trenes, cines (generalmente de exhibición XXX), parques y discoteques, entre otros.
Es un error creer que los lugares nocturnos o propios del ambiente gay son los más requeridos. Puedes encontrar cruisers en bibliotecas, universidades, restaurantes y hasta iglesias.
¿Cómo identificarlos? Pues existe un lenguaje gestual propio del ambiente «cruiser» que hace que pueden «detectarse» unos a otros y saber qué es exactamente lo que cada uno busca. Miradas furtivas, golpeteo de pies, el último urinario de la fila, son señales (no siempre inconfundibles) de que alguien por allí espera acción.