Para la mayoría, el compromiso supone que a partir de cierto momento, se acabó el tener relaciones sexuales con extraños -dejemos los cuernos a un lado- y hacer el amor siempre con la misma persona. Los que están muy enamorados acceden sin ningún problema a esta «cláusula» de exclusividad en actividades coitales.
Ahora bien, uno ya comprometido, hombre o mujer, puede plantearse en algún momento cómo sería acostarse con otro, siendo fiel, o cómo se portaría su pareja en la cama con un tercero. Si ambos están de acuerdo, lo suyo es ir a un lugar donde se intercambian las parejas, así se juega en igualdad. Más de uno se arrepentirá cuando un extraño empiece a sobar los senos de su mujer o que su hombre bese a la otra como si fuera ella. También existe la variante hombre-hombre y mujer-mujer.
Pero todo se acaba modernizando, y el mundo de la pornografía no se ha quedado atrás. Hay matrimonios que, después de años casados y sin aparentes problemas de pareja, deciden montarse tríos o dejar que le den a su pareja candela. Encontré diversos ejemplos investigando un poco, había varias webs donde el marido decía que le gustaría ver a su mujer siendo duramente f****** por un tercer menda.
Ellas acceden (las que salen en la web, las otras lógicamente no) y mientras se lo pasan bomba con el otro, el marido mira con curiosidad e incluso con un sentimiento de orgullo en plan: «¡pero que bien lo hace mi mujer!». Estos intercambios no se hacen por filantropía, es puro negocio.
Por otro lado, en el negocio hay matrimonios que sacan tajada de la explotación sexual de su cónyuge, pero de manera consentida. Uno de los «pioneros» fue el maestro Haraki, un fotógrafo japonés de sadomaso muy conocido en su país, que se dio a conocer publicando un fotolibro erótico que le hizo a su mujer recién casados. Este hombre merece un post por sí solo.
Muchas actrices y actores porno están casados, algunos hasta tienen hijos, y el cónyuge o bien se dedica a lo mismo o bien no le importa que su pareja tenga relaciones sexuales con otras personas, eso si, por trabajo. Ese sentimiento no puedo alcanzar a comprenderlo, al menos no me gustaría que mi mujer se dedicase al mundo del porno.
Un ejemplo más moderno es el de Sara Stone, una chica de 23 años, 1’63 de estatura, 52 kilos y una talla 36DD, como Pamela Anderson, pero naturales. Si quieres saber más de ella te recomiendo un post de Sex Addicts (castellano).
Esta chavala, que hace de todo (heterosexual, lesbianas, sado…) tiene una página web y es el marido el que le saca las fotos y hace los videos. Algo parecido a su productor. Podeis ver todo el asunto en Busty Ride. Desde luego, el marido está muy orgulloso de la potencia sexual de su mujer.
Otro hecho que me llamó la atención, aunque no encontré la web, es el de un matrimonio en el que el marido le encanta ver como su mujer se lo monta con 2 hombres de raza negra, normalmente muy dotados y literalmente «cuadrados», además protagoniza la señora unos videos muy muy animaditos, incluyen hasta squirting (o eyaculación correlativa).
Tal vez no lo entendamos, pero si a ellos les va bien así… Cualquier cosa que sea consentida por ambos es positiva. Me gustaría que opinaseis al respecto, apoyaos en el anonimato si quereis: ¿hasta qué punto consentiríais dichas actividades por vuestra pareja (profesionalmente)? ¿Has pensado alguna vez en intercambio de parejas?