La cultura del consentimiento, derechos y deberes, ¿en qué consiste?

Tener un encuentro sexual hoy en día resulta de lo más cotidiano para la gran mayoría de hombres y mujeres. Pero en el acto de tener sexo con una persona, masturbarla o bersarla existe algo implícito que es básico y que, en muchas ocasiones, no ha sido tenido en cuenta: el CONSENTIMIENTO. Desde JOYclub, comunidad basada en la sexualidad liberal, y centrándose más que nunca en el Mes de la Mujer, hacen balance de por qué son muchas las mujeres que han tenido relaciones sexuales sin haberlas deseado, se han acostado con hombres porque se han sentido forzadas a ello y se han sentido mal con ellas mismas por no haber sabido decir que “no” con la suficiente claridad.

“Venimos de una cultura en la que muchas veces las mujeres se han visto obligadas a complacer. El 44% de las mujeres han sufrido violencia sexual y la mitad han tenido encuentros sin desearlo. Esto no puede continuar siendo así, por lo que es necesario reforzar y reivindicar la cultura del consentimiento. Pero consentir no es algo que todo el mundo sepa. Para saber consentir, antes, hay que preguntar” afirma Cecilia Bizzotto, socióloga y portavoz de JOYclub España

¿Por qué tenemos sexo sin ganas? La importancia de comunicarnos

Desde hace décadas la mujer era vista (también) como poco más que un objeto sexual. Se daba por hecho que tenía que estar siempre disponible, ser complaciente con el hombre para aliviar su deseo sexual supuestamente más elevado que el de ella (sin tener éste en cuenta qué era lo que demandaba la mujer en la cama). ¿Hasta qué punto esas mujeres habrán dado su consentimiento a tener sexo en ese determinado momento? ¿Alguien buscó una respuesta o preguntó alguna ocasión sobre si lo tenía?

Un estudio del pasado año demostró que casi el 58% de las jóvenes españoles de entre 18 y 25 años afirman haber tenido sexo con otra persona sin ganas o apetito sexual. Otro estudio señala una idea similar, que el 47% de las menores de 34 años han atravesado por la misma situación que las anteriores.

La clave para no llegar a situaciones indeseadas por hombres y mujeres, que gira en torno a la cultura del consentimiento, se basa en la comunicación. En sincerarnos sobre aquello que queremos hacer y lo que claramente NO queremos hacer. Hay mujeres que confiesan haber, por ejemplo, masturbado a hombres sin desearlo en ocasiones. Probablemente, de haber existido una comunicación asertiva en ambas direcciones, esa desagradable situación no se habría dado en ningún caso.

Comunicarse, según la plataforma, también es autoanalizarse. Hacerse preguntas como: “¿me apetece masturbar a esta persona?” o “¿deseo que me quiten la camiseta?”, “¿me apetece tener sexo con él/ella?”. Solo así podremos comenzar a construir una serie de mensajes con los que dar rienda suelta (o toda la que queramos) a nuestro encuentro.

¿Cómo se pregunta sin cortar el rollo?

Ocurre muchas veces que en el momento aparentemente más caliente no se pregunta por si se desea o no hacer algo. Directamente se da por hecho que existe deseo (y, por tanto, consentimiento) porque no hay una negación explicita de parte de la mujer. Es ahí donde convive el error principal.

Por tanto, a preguntar también se aprende. Pero ¿cómo aprender a pedir consentimiento y no cortar el rollo del momento? Según JOYclub puede ser algo que resulte de lo más erótico, si lo pensamos bien. La responsabilidad es completamente bilateral, y no hay que escandalizarse por preguntar una cosa y responder otra. Esta conversación en torno al consentimiento puede convertirse en una dirty talk de lo más sensual y divertido.

  • Pregunta siempre, por absurda que parezca la pregunta. Desde quitar la camiseta hasta consentir una penetración. Y responder con la misma sinceridad con la que se formula la cuestión
  • No esperes un NO, busca un SÍ. Quien quiere iniciar la actividad es sobre quien recae la responsabilidad de buscar consentimiento. Si al preguntar, no queda claro, lo ideal es parar o repreguntar.
  • Que haya habido un SI no significa que sirva para siempre. Si dos personas han tenido sexo una noche, nada garantiza que a la mañana siguiente uno de los dos desee repetir con la misma intensidad que el otro. El que por la noche haya habido penetración no quiere decir que la vaya a haber por la mañana.
  • Se puede cambiar de opinión, aunque haya un acuerdo. Una mujer puede dejar de desear el encuentro sexual acordado en cualquier momento. Puede dejar de apetecerle, puede dejar de estar cachonda llegado el momento. Nada conlleva una obligación, en cualquier caso.
  • Observar el lenguaje corporal. Hay consentimiento que no se expresa únicamente con palabras. El lenguaje no verbal también responde a aquello que muchas veces no nos atrevemos a responder. Hay que observar el arqueo de la espalda, la tensión de los muslos… pues muchas veces ahí es donde se encuentra o no el consentimiento.
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