El verano está impregnado de romanticismo: el buen tiempo, los planes interminables y la felicidad que irradiamos. Basta con pensar en las icónicas parejas de la gran pantalla que se formaron en esta época estival: Danny y Sandy en Grease, ‘Baby’ y Johnny en Dirty Dancing, Noah y Allie en El Diario de Noa. Pero, ¿qué hay de la realidad? ¿También se forman las parejas más mágicas durante el verano?

Para averiguarlo, la app de citas Adopte (anteriormente conocida como Adopta un Tío) ha llevado a cabo una encuesta para desentrañar cuánto hay de mito y cuánto de verdad en los amores de verano.

Un amor de verano especial, pero efímero

Somos unos románticos empedernidos en parte por la gran dosis idílica de las novelas de amor o de las series romcom de Netflix que inundan nuestro tiempo libre,  y aunque siendo realistas, existe mucho bombo alrededor de los amores de verano según los resultados de la encuesta de Adopte, un 51% de los encuestados opina que en verano nos enamoramos más que en otras estaciones. Y aunque 43% nunca ha experimentado un intenso amor de verano, un 43% afirma que sí lo ha hecho y un 14%, ha disfrutado de varios a lo largo de su vida.

Nos imaginamos la  atmósfera donde conocemos  a esa persona como un anuncio de Estrella Damm, y lo cierto es que sí que se le asemeja: según un 34%, los amores de verano se conocen en la playa o piscina; un 31% afirma haberlos conocidos a través de amigos, un 28% en una fiesta y un 6% de turismo. Eso sí, no duran tanto como nos gustaría o como nos hacen creer las películas: un 47% de los españoles terminaron la relación tras acabar el verano, y un 29% intentó que funcionase sin éxito. Aunque aún hay esperanza, un 24% sí que pasó la prueba de fuego y mantuvo una relación estable incluso después de la época estival.

El verano, una fuente de pasión donde las emociones fluyen

Algo tiene que tener esta estación para que se vivan los romances con tanta intensidad y se hable tanto de ellos. Al final, las vacaciones de verano son la oportunidad perfecta para escaparnos de nuestra realidad y nuestra rutinay abrirnos a un ritmo distinto, un oasis en el que nos gustaría vivir permanentemente. Es aquí donde conocemos a nuestros “amores de verano”, normalmente en un entorno idílico y en la mejor de nuestras versiones (felices, relajados, divertidos…).  Así, acorde al 68% de los encuestados, no es de extrañar que nos dejemos llevar más y nos lancemos más a la piscina. Un 22% afirma vivirlos tan intensamente al saber con certeza que tienen fin, con lo que los saborean cada momento como si se fuesen a morir mañana. Un 10%, sin embargo, considera que los romances veraniegos no son destacables, sino que se equiparan a cualquier otro. 

En esta cúspide de hormonas, de vivir el momento y de sentirnos felices, surge la pregunta que muchos nos hacemos a la hora de saber si nos gusta realmente alguien o no: ¿es sólo pasión o hay algo más? Para un 42%, la respuesta es clara: se trata totalmente de pasión física. Un 39%, por otro lado, no lo tiene tan claro, y es que afirma tener mucha confusión al vivir el idilio con tanta intensidad. Un 19%, finalmente, apuesta completamente por el romanticismo y asegura enamorarse perdidamente.

Una vez vueltas a la realidad, las personas se muestran muy realistas, en oposición al efecto “soñador” que produce el verano: un 78% de los españoles asegura no idealizar sus siguientes relaciones a raíz de ese amor de verano, pues es algo único que no sigue la norma, y  no les parece racional. De hecho, un 52% afirma olvidarse de él como de cualquier otro, y un 9% lo olvida rápidamente. No obstante, un 22% sigue soñando con esa sensación tan especial, buscando algo igual en sus próximas relaciones, y un 38% nunca se llega a olvidar de ese amor tan mágico que vivió durante el verano de su vida.