Las fantasías sexuales son uno de los temas que más ríos de tinta ha hecho correr en el mundo del sexo. Quien más quien menos, todos tenemos alguna que otra fantasía sexual.
Entre las más comunes destacan los tríos, hacer el amor en lugares poco habituales (un avión, un barco, el probador de tu tienda preferida, el campo…) o hacer el amor con personas del mismo sexo. Pero las fantasías son fantasías. En la mente, resultan de lo más eróticas y excitantes, y son ideales para imaginar y dar rienda suelta a la creatividad. Y es que si algo está claro es que las fantasías son siempre del o más originales.
Pero, ¿qué ocurre cuando una fantasía se hace realidad? Todo depende de la fantasía en cuestión, claro está, y de muchos factores individuales y externos, pero si te decides a hacer realidad una de tus fantasías, hay algo que debes tener muy en cuenta: puede que la realidad sea mucho peor que la fantasía.
Recuerdo el caso de una amiga que estaba deseando hacer el amor en un cine. Cuando al final, después de mucho darle vueltas, se decidió a hacerlo, la experiencia resultó mucho menos interesante de lo que ella esperaba: los asientos eran incómodos, el aire acondicionado era helador, y para rematar, al final se les pusieron unas personas delante y no pudo acabar con su fantasía.
La conclusión que podemos extraer es que sí, está bien poner en práctica las fantasías, pero hay que asumir que pueden ser peores de lo que imaginamos. De hecho, hay cosas que es mejor mantener en la parcela de las fantasías. De todas maneras, hay muchas personas que ponen en práctica sus fantasías y están encantadas. Así que… ¡tú decides!
Foto de siglo 21